- Lamento mucho que tengas que quedarte. Agradezco no tener raíces - se despidió la gaviota de la rosa roja.
Voló lejos, muy lejos, siguiendo la libertad de sus deseo y el viento y el sol en las alas.
Pero al llegar a su destino, en una isla lejana, se sorprendió al ver a la rosa, ahora blanca, esperándola.
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Eso mismo le debe de pasar a los marineros.
ResponderEliminarBeso
Seguro. Viajan por todo el mundo, y en definitiva, en todos lados los esperan quienes tienen raíces. Beso.
ResponderEliminarNunca te vas del todo de ningún sitio
ResponderEliminarEs cierto dalla, sin dudas.
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