Otoño

Llega el frío y los árboles se desnudan, porque las hojas no les pertenecen.

Las sueltan entonces al viento y el viento, que es muy sabio, las deja caer en plazas y calles después de haberlas hecho jugar a volar un rato.

Hay que soltarlo todo.

Inclusive a uno mismo.

Soltarse y jugar con el viento.

Hojas tramposas

He descubierto que algunas hojas secas, arrastradas por el viento, de cierta manera incomprensible para mí, en ciertos horarios, respetando no sé cual ley acústica, imitan arteramente el sonido de pasos en la vereda, haciéndome creer que ya estás a mi lado.
Eso es muy molesto.
No soy buena soportando desilusiones...